La campaña empieza antes de sembrar: la semilla es el primer paso.

Julián García es Ingeniero Agrónomo, productor agropecuario, investigador y miembro fundador de Oro Verde. Con más de 20 años de experiencia en investigación y asesoramiento técnico, ha acompañado de cerca la evolución del agro argentino y promueve una mirada que combina tecnología, eficiencia y sostenibilidad. Conversamos con él sobre los desafíos actuales de la producción y el rol central de la semilla en este proceso de transformación.

En un contexto atravesado por el cambio climático, la volatilidad de los mercados y nuevas demandas sociales y ambientales, el productor argentino se enfrenta a una pregunta clave:

¿Cómo producir mejor, cuidando los recursos y asegurando la sostenibilidad a largo plazo?

Para Julián, la respuesta está en la tecnología, pero también en la actitud con la que se la incorpora.

“El campo está cambiando, pero no todos lo viven igual.”

En ese contexto, Oro Verde cumple un rol fundamental: ser puente entre ciencia y práctica. Desde sus inicios, la empresa se enfocó en la sanidad vegetal, la protección de cultivos y, en los últimos años, en el mejoramiento genético y la adaptación a escenarios ambientales cambiantes.

“La semilla es el primer eslabón. Si no está en condiciones óptimas, todo lo que venga después se vuelve cuesta arriba.”

Desde Oro Verde analizan semillas para evaluar su calidad fisiológica, su sanidad y su potencial de implantación. A partir de diagnósticos precisos, pueden recomendar tratamientos, optimizar el uso de insumos y evitar aplicaciones innecesarias. Todo, en línea con las buenas prácticas agrícolas.

“Una vez que la semilla entra al suelo, no hay marcha atrás. Por eso, cualquier insumo que se aplique en esa etapa es el más eficiente de todos. Va directo al blanco.”

Ese enfoque está directamente ligado a uno de los ejes que recorre todo su trabajo: la eficiencia como camino hacia la sostenibilidad.

Uno de los grandes desafíos que atraviesa al agro es la adopción de nuevas tecnologías.

“Muchas veces lo que se ofrece desde lo técnico es un ‘paso más’, un esfuerzo extra. Y eso tiene que justificarse.
El productor lo adopta si ve un retorno. Si no, lo deja.”

Esa lógica económica atraviesa todos los eslabones. Lo que antes parecía inaccesible —como el piloto automático en los tractores— hoy forma parte del trabajo diario.

“La clave está en demostrar el retorno: menos esfuerzo, más precisión, mejores decisiones.”

Ese cambio de paradigma también modifica el tipo de tareas. Lo físico deja lugar al pensamiento estratégico.

“No se pierde trabajo. Cambia el foco: se planifica, se ajusta, se mejora. Eso también es trabajo, solo que distinto.”

Tecnologías como los drones para aplicaciones selectivas, tractores automatizados o robots sembradores inteligentes ya son una realidad en marcha.

“Lo que antes parecía imposible, hoy está pasando. No todo se va a adoptar, algunas cosas quedarán en el camino, pero abrirán paso a otras mejores. Es parte del proceso.”

Una frase que Julián repite y que resume su forma de ver el agro es:

“En el campo no hay dos años iguales.”

Esa variabilidad climática obliga a los productores a ser flexibles, adaptables y creativos.

“Esto no es una fábrica. Dependemos del ambiente, que puede definir hasta el 70% de la producción. Por eso, la innovación no es solo tecnológica. Es una forma de pensar.”

Desde Seed Matriz compartimos esa visión. Creemos que el futuro del agro se construye con tecnología y con la capacidad de entender su sentido, su valor y su aplicabilidad. La verdadera innovación ocurre cuando una solución técnica se convierte en una herramienta concreta para producir mejor, cuidar más y sostener lo que importa: la vida que nace de la tierra.

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